LA FUENTE

El artista se compró un urinario blanco de porcelana, lo tituló “Fuente”, lo firmó con el seudónimo de R. Mutt y lo mandó a la Sociedad de Artistas Independientes para que fuese incluido en su exposición anual.

Evidentemente, el mingitorio fue rechazado, y eso que todo aquel que pagaba 6 dólares tenía derecho a exponer… Imaginemos la cara que se les pondría al jurado al ver esta “obra de arte”.

El dadaísta se debió echar unas buenas risas, pero al final resultó que la broma se le fue de las manos. Sin querer, creó la primera obra de arte conceptual y abrió las puertas a las invasiones bárbaras que descubrieron que cualquier cosa en un museo es arte. Desde luego esa es la sensación que da al entrar en cualquier institución hoy en día.

Hay quien ve en “La fuente” la situación geopolítica de 1917, otros una moderna versión de la lluvia dorada a la Dánae, incluso algunos afirman que es una representación del útero de la madre… Lo cierto es que Duchamp lo explicó bien claro: “Les arrojé a la cabeza un urinario como provocación y ahora resulta que admiran su belleza estética…”.

La estética era lo de menos. Duchamp quiso transmitir algo tan noble y serio como una idea, probablemente un “Fuck You” a la comunidad artística internacional. Pero resulta que en el 2004 esta “Fuente” fue votada como “la obra de arte más influyente del siglo XX” por 500 reputados profesionales del sector.

Y seguramente lo sea. Ver para creer.

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